jueves, 30 de septiembre de 2010

Lecturas

Bueno, la huelga ha pasado. Por donde yo vivo ha sido totalmente tibia... se veían menos coches, cierto, pero todos los comercios abrieron y se respiraba un aire de cierta normalidad apabullante.
Ahora tocan las diversas lecturas que cada uno haga de su efecto y consecuencias. Espero que los sindicatos se den cuenta de que muchos trabajadores no siguieron su propuesta. Espero que los sindicatos se apliquen a cambiar su actitud con respecto a los trabajadores, que se hagan un análisis introspectivo que dé como resultado una autocrítica real.
Los sindicatos son un elemento social imprescindible, eso no se puede dudar. Pero se han apoltronado y se han acomodado, de tal forma que a pocos convence su papel. Se quejan cuando el paro ha alcanzado niveles exorbitantes, pero no lo hicieron tres años atrás, cuando empezó a irse al traste la burbuja de bonanza capitalista. Se lee en los diversos medios escritos, cartas al director y de opinión de trabajadores que se quejan de los abusos de algunos de sus compañeros sindicalistas y liberados... pueden comprobarlo por ustedes mismos. La nube de autocomplaciencia sindical se está disolviendo. Pocos creen en ellos.
Creo que los sindicatos deberían hacer una sincera cura de humildad y de autocrítica. Como interlocutores sociales imprescindibles en nuestro mundo económico y laboral, deben recuperar una credibilidad que han perdido, cierto, pero que aún pueden recuperar. Todo depende de sus próximos movimientos.
Yo, particularmente, ya no me creo el jersey de lana gruesa de Méndez ni el aspecto de oficinista de Toxo.
Y, por ahora, nada más.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Mujeres... ¿solidarias?

Hay un programa en la Sexta que se llama Mujeres ricas. En este programa, semana a semana, se ve a un grupito de señoronas amillonadas que nos muestran su día a día, sus fiestas, sus reuniones de iguales, sus enormes dispendios sin fin en cosas superficiales casi todas.
Dicen, los que entienden, que en época de crisis y de penurias económicas lo que la gente quiere ver es lujo y riqueza y cosas bonitas. Que el glamour es lo que prima. Glamour, esa gran palabra de significado incierto y que, por lo general, describe a quien el único valor que tiene es que le sienta bien la ropa de marca y llevar con soltura unos zapatos de 20 cm de tacón.
Y el caso es que el programa ya va por la segunda temporada. La gente lo ve.
¡Vaya, los entendidos van a tener razón!
Creo que en tiempos de crisis como los que estamos viviendo, en los que mucha gente vive de la caridad, muchas familias normales lo están pasando canutas -perdón por la vulgaridad nada glamurosa-, lo bonito de verdad sería ver a esas señoronas dedicándose a ayudar a los demás... no con dinero, que quizá alguna lo haga, por qué no, sino en cuerpo y alma. Eso, eso sí que sería digno de ver. Y sería un ejemplo a seguir por todos aquellos a los que, por regla general, sólo les importa su propio bolsillo.
Se me ocurren tantas cuestiones en las que estas ociosas mujeres podrían ser útiles...
¡Ay, sí, sí...!
Soy demagógica, disculpenme.
Estas mujeres ricas tienen muchas cosas que hacer y su vida es un sindiós... y yo no me he dado cuenta.
Y, por ahora, nada más.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

No hay gais...

Esta vez sólo quiero plasmar una cuestión que me inquieta sobremanera...
Nos encontramos en una época de puertas abiertas, las puertas de los armarios de las que salen personas que cantan a los cuatro vientos su orientación sexual, bueno, más bien homosexual. Me parece triste que se haya tenido que llegar a eso, a la necesidad de reivindicar un derecho a ser como uno sea... algo que siempre he considerado un derecho fundamental de las personas, pero que está visto que se ha cuestionado siempre.
Durante siglos la homosexualidad fue considerada injustamente una enfermedad, un vicio que había que esconder. Nuestra sociedad, a regañadientes, ha ido poco a poco aceptando que la biología humana es infinita y que no existe «normalidad» sexual. Que la homosexualidad es tan lógica en el ser humano como lo es la heterosexualidad y, que por ello, debe ser reconocida como algo natural, que lo es.
Hoy día, por fin, las personas tolerantes defendemos el derecho de cada uno a ser como es. Esta necesidad de autoafirmarse, de reivindicar ha llevado a muchas personas a hablar libremente de su orientación sexual de tal forma que hemos conocido a jueces, militares, famosos y famosas, actores y actrices, políticos, taxistas, autobuseros, diseñadores y diseñadoras, médicos..., de toda clase social, condición y profesión, que se dicen gais o lesbianas.
Pero me llama poderosamente la atención que no conozcamos ningún torero ni ningún futbolista gay. A mí no me parece imprescindible ni necesario que tengan que proclamarlo abiertamente, pero me parece lo más de la hipocresía social, ésa que muchos claman que por fin ya hemos dejado atrás, que ningún torero ni ningún futbolista tenga los redaños suficientes para reconocer que es gay. ¿De verdad ningún torero, ningún futbolista es gay? ¿O es que no se atreven a reconocerlo porque el ambiente «machito» que rodea a estos mundos del espectáculo se los comerían vivos?
Yo creo que la hipocresía de nuestra sociedad está muy lejos de haber muerto en pro de la tolerancia del ser humano en todas sus manifestaciones. Se sigue siendo homófobo, pero ya no se presume de ello, porque no es políticamente correcto. Ya no se presume de ello, como se presumía hace no tanto. Es que está de moda decirse tolerante y abierto a las personas, pero cuando a uno le toca tolerar... ¡la cosa cambia!
¡Ay, madre mía, cuánta estupidez hay en este mundo nuestro!
Y, por ahora, nada más.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Creo que nos están exprimiendo...

Ante todo diré que me considero de izquierdas, sin filias políticas concretas. Ninguna.
Estamos a las puertas de una huelga general. Los sindicatos se llevan las manos a la cabeza, con los rostros arrebatados por la indignación y nos impelen a nosotros, los trabajadores, a que luchemos con ellos por nuestros derechos, esos que el gobierno-malo nos está arrebatando de entre las manos.
Y yo me pregunto:
¿Por qué los sindicatos protestan ahora y no lo hicieron cuando hace dos años comenzó a subir el paro de forma vertiginosa? ¿Por qué los sindicatos protestan ahora por nuestra pérdida de poder adquisitivo y no han renunciado o reducido sus remuneraciones, las que reciben por parte del Estado, tanto ordinarias como extraordinarias, cuando el resto de trabajadores se apretaban el cinturón?
Oye, sé que mis preguntas pueden parecer demagógicas e ingenuas, pero parten de las mentes de muchos trabajadores como yo... y no obtienen respuesta. Los sindicatos han reaccionado, tarde, mal y de forma harto dudosa. Y ahora quieren que secundemos su huelga general, esa que le dirá al gobierno-malo, lo malo que es. Perdonen, pero yo me parto de risa.
Otras cuestiones que me joroban:
  • Los parlamentarios españoles tiene una serie de prerrogativas sociales a cargo de las arcas de la Seguridad social como pensiones, seguros, rentas vitalicias... que reciben con sólo una legislatura de antigüedad. No es justo que todos debamos cotizar mínimo quince años para tener derecho a algo y que ahora se plantee la necesidad de elevar la edad de la jubilación a 67 años -yo no discuto si eso es o no necesario, que lo será- y los parlamentarios a los 55 tienen todo resuelto; se jubilen a la edad que sea, tienen el máximo de pensión legal, unos 2500 lauros, sólo por cuatro años de supuesto trabajo... que en muchos casos, yo dudo: es decir, no dan el callo. Más todo lo que cobran por dietas, desplazamiento, partido... tal y tal, a cuenta de las arcas del Estado.
  • Diputaciones provinciales: nadie sabe con certeza para qué sirven pero ahí estan, con cargos políticos que obtienen beneficios sociales a cargo de la Seguridad social, a razón de pensiones y tal. Además de los cargos en Autonomías y Ayuntamientos hechos a la carta para que algunos interesados se beneficien y vivan fenomenal el resto de su vida. Todo a cargo de las arcas públicas.
  • Los usos que muchos cargos públicos, tanto estatales, autonómicos como locales hacen de las prerrogativas derivadas de sus cargos: coches públicos, chófer, gastos de desplazamientos, viajes oficiales... y que no tienen rubor en abusar de ellas y en utilizarlas en su vida privada.
No veo a los sindicatos protestar por nada de esto. Creo que este interlocutor social, que en su día fue imprescindible, se ha apalancado en su poltrona particular y no miran lo que deben. Sus altas jerarquías se han transformado en una especie de patronal silente que se cree con todos los derechos, pero que no representan el sentir, el latir auténtico de la sociedad de trabajadores... y si lo hace, miedo me da.
El otro día uno de ellos, Cándido Méndez, salía en la tele sonriente de oreja a oreja... estaba muy satisfecho porque uno de los suyos le había pedido a los abuelos que el día 29 del septiembre, el día D, se abstuvieran de cuidar a sus nietos para que la huelga fuera completa.
Y yo le digo:
Señor Méndez: a usted eso le parece una idea fabulosa, estupenda, lo más de lo más, pero por qué no se preocupa de verdad de lo que interesa. Se le ve muy satisfecho de sí mismo, igual que al de CCOO. Pero espero que sepan ustedes que ese día, el trabajador que se ponga en huelga no cobrará. Pero los parlamentarios que se pongan en huelga, SÍ COBRARÁN, y estoy segura que usted y su amigo Toxo también cobrarán. Yo no lo haré.
¿Dónde está la gracia?
¿Dónde está lo que sus sindicatos defendían hacen años?
¿Les importan a ustedes los trabajadores?
¿De verdad es ZP el único malo, malo?
Creo que en nuestra sociedad no sólo se nos exprime por parte del gobierno, sino por parte de los propios, esos que nunca deberían hacer tal, que están mantenidos con las cuotas de los trabajadores sindicados y con parte de nuestros impuestos.
Y, por ahora, nada más.



domingo, 12 de septiembre de 2010

La indignación quema

Creo que hay cosas a las que el ser humano se arriesga y que pueden resultar hasta estúpidas, como el hecho de que la gente joven crea que es divertido jugarse la vida para considerar que han pasado una noche de juerga fabulosa. Estoy convencida de que las personas que hoy lloran su pérdida no consideran que mereció la pena quemar la noche hasta sus últimas consecuencias.
Pero algo que me indigna sobremanera es el gotero de denuncias que poco a poco van saliendo a la luz, de casos antiguos de los que tenemos noticia sobre abusos a menores por parte de miembros de la iglesia católica a lo largo de años y años. El caso que se ha conocido estos días tuvo como escenario diferentes sedes de esta comunidad en Bélgica. Trece de esos jóvenes violados y humillados llegaron a estar tan desesperados que se suicidaron... acto definitivo considerado como nefando por la hipócrita iglesia católica. Si yo formara parte de la jerarquía de esta iglesia a los responsables los echaba vergonzosamente de su seno y los entregaba a la justicia. Pero ellos no hacen nada de esto. La Iglesia esconde lo que puede y, cuando la ignominia de lo evidente les salpica en toda la cara, entonces levantan una mano cuyos dedos apenas pueden estirarse por el peso del anillo de oro que soportan y entornando los ojos como si meditaran profundamente dice que piden perdón y que se avergüenzan.
Ellos sí que me avergüenzan a mí y a todas las personas buenas y decentes.
Me dan rabia, me indignan, me repugnan, me rebelan. Sacan de dentro de mí un odio que sólo ellos han sido capaz de engendrar en mi interior.
Me imagino a esos niños y niñas violados y ultrajados por aquellos cuya vanidad les hace creerse impunes de todo castigo humano y que llegan a creer, incluso, que por su condición sacerdotal tocan el paraíso de los justos con la yema de los dedos.
Debería abrirse bajo sus pies ese infierno que tanto nos animan a temer y engullirlos para siempre jamás, recibiendo el mismo sufrimiento que ellos proporcionaron a niños inocentes que de ellos dependían y que en ellos confiaban. Ellos, sí, eran el mismo demonio para esos niños.
Sí, siento asco cuando leo noticias como ésta.
Y la indignación me quema. Disculpen si me he arrebatado en exceso.
Y, por ahora, nada más.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Rizar el rizo

Ante todo quiero expresar que soy EX-FUMADORA. Que hace -ufff!!- 17 años decidí dejar de fumar y lo hice un día de febrero, en un momento en que no bajaba de los dos paquetes o más de rubio al día. Que me costó mucho esfuerzo y fuerza de ¿voluntad? el lograrlo y que lo hice sin ayuda médica o farmacológica... Que he picado algunas veces, incluso en varias bodas, entre las que cuento la mía, ocasiones en las que me he fumado algun cigarrillo, pero no he vuelto a caer. No, porque el tabaco es una porquería, no tiene ningún beneficio y es tóxico desde la primera calada... no es menos tóxico fumar 5 cigarrillos al día que 20.
Bien, hechas estas aclaraciones, me quedo muy sorprendida cuando leo que una comunidad autónoma, Euskadi, prohibirá fumar en todos los sitios públicos, incluídos parques infantiles y en ciertos lugares privados, como el espacio interior de nuestro propio vehículo si con nosotros viaja un menor...
Que hace falta librar de humo los lugares públicos de uso común, creo que no es nada nuevo y no creo que eso vaya a suponer que disminuyan los beneficios de la hostelería, como muchos afirman llevándose las manos a la cabeza. ¡Tendrían que ver cómo se ponen de abarrotados ciertos bares de la ciudad en la que vivo en donde no está permitido fumar! ¡Se ponen de bote en bote! El que un local tenga o no clientela, no creo que esté relacionado con el que se permita fumar o no, sino con la calidad de lo que oferta. ¡Poco tiene que ofrecer aquél local que sólo se llena porque dejen fumar en su interior!
Resumo: creo necesaria ya una ley Antitabaco -que no ley anti-fumadores, ¡ojo!- que no permita fumar en ningún establecimiento público... ¡Pero que no se deje fumar en un parque al aire libre o en el propio vehículo, me parece rizar el rizo, exagerar en gran medida esta posilibildad!
Cada uno en su casa o en su espacio privado puede hacer lo que le plazca. Por ello no acepto esta exageración -para mí- de las medidas antitabaco que sólo pueden generar crispación.
Y no nos engañemos: los que fuman no van a dejarlo de hacer aunque se pongan 1000 leyes anti-tabaco. Un fumador sólo dejará de fumar cuando esté absolutamente convencido de que quiere dejarlo... y aún, así puede que no lo logre. No es nada fácil y requiere un esfuerzo que no se acaba nunca. El otro día salí con unos amigos a tomar unas cervecillas y casi me trisco uno... ¡tras 17 años me sigue apeteciendo y debo esforzarme por no fumar!
Bueno, esto es sólo una opinión. La mía.
Y, por ahora, nada más.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Me da miedo hablar...

Estos tipos de la máscara y las pistolas anuncian a bombo y platillo que nos conceden una nueva tregua. Como profana que soy en estas lides entiendo que han decidido que no van a matar con un tiro en la nuca a nadie más ni van a poner bombas que maten a todo el que se encuentre cerca, hasta que a ellos les parezca. Su capacidad para decidir quien vive o quien muere la suspenden por ahora.
Nos perdonan la vida.
Su tregua tiene un fin que yo no capto. ¿Qué buscan en realidad? ¿Es porque las elecciones se encuentran cerca? No lo sé ni me importa. Esta gente me da miedo, mucho miedo. Creo que la única noticia que todos aceptaríamos sería el abandono definitivo de las armas.
Ninguna más.
Un día, como otras veces ha sucedido, decidirán que la tregua se acabó y entonces las personas de bien y que deseamos la paz por encima de todo volveremos a llorar la muerte de alguien.
Sí, lo reconozco, a mí estas personas me dan miedo.
Y, por ahora, nada más.

sábado, 4 de septiembre de 2010

No quiero que hable por mí

Hoy el señor Rajoy ha puesto las manos en un atril con el logo del PP y ha soltado una serie de soflamas a favor de la mejora de la situación de España, mejora que sólo es posible -afirma con ojillos huidizos- con él mismo como presidente. Ese es el mensaje, ni más ni menos.
Y habla, según él, en nombre de todos los españoles.
No, no señor Rajoy. Cuando usted dice que habla por voz de los españoles no lo hace en la mía. Mi voz no se ve representada en absoluto por sus palabras ¿No se da cuenta? Usted, para no resultar falso o demagógico, debe hablar en voz de los que le votan o tienen intención de hacerlo.
El gobierno de ZP, aunque tampoco es santo de mi devoción, sí puede hacerlo, sí puede hablar por boca de los españoles porque los gobierna a todos, le hayan votado, se hayan abstenido o no.
Señor Rajoy: usted no piensa por mí. Usted, como casi todos los políticos de la parrilla nacional, sólo habla por los que le siguen con más o menos fidelidad, pero nunca por mí, por nosotros, pobrecitos ciudadanos. Sus palabras sólo están dirigidas a arramblar votos para que, por mor de la democracia, su cuerpo serrano pueda ir a parar a la Moncloa, ese lugar de ubicación cierta pero de reminiscencias desconocidas y cuya sensación usted está más que dispuesto a comprobar en sus carnes.
No. No nos engaña, señor Rajoy. Y por favor no hable en boca de todos los españoles; no sea tan presuntuoso. Muchos tenemos la capacidad de pensar por nosotros mismos, aunque le pese el saberlo, y el producto resultante de tales pensamientos libres y apolíticos es que usted jamás llegue a la Moncloa.
Espero, señor Rajoy, que sea capaz de llegar a entender ésto. Es la esencia más básica, más pura y más sublime de una España libre y plural.
Y, por ahora, nada más.

viernes, 3 de septiembre de 2010

No se lo cree ni él...

Resulta que el señor Jesús Neira ha dado positivo en un control de alcoholemia después de que la policía observara que conducía de forma anómala y le invitara a detenerse. Ni más ni menos que triplicaba la tasa permitida.
El buen señor, Jesús Neira, no ha dudado en lanzarse a los medios y proclamar a los cuatro vientos que sólo había bebido media copa de vino y un licor de café y que su positivo pudo ser derivado de los medicamentos que toma para evitar convulsiones.
Lo siento mucho, pero esto no se lo cree ni él.
Parece ser que le van a someter a un juicio rápido que se celebrará el lunes.
Si se cumple la ley este señor puede recibir una severa pena: desde retirada del carné a pena de cárcel.
Este buen señor se escuda en los medicamentos para la epilepsia... si tomaba productos que pueden alterar su capacidad de coordinación y su atención al volante ¿por qué conducía? Eso ya en sí, es otro delito, tanto como tomar drogas o alcohol.
Espero que su puesto de importancia, ese que desempeña en el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género no sea algo que facilite que su pena sea suave. Más aún: creo que determinados personajes tanto de la política como de ciertos puestos de responsabilidad en nuestra sociedad deberían ser más honestos que nadie y demostrarlo constantemente. No en vano, reciben un sueldo por este motivo.
Y, por ahora, nada más.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Depre... ¿qué?

Dicen que en estos días se sufre de un mal que se conoce con el fantasioso nombre de «depresión posvacacional» que sucede cuando se acaban las vacaciones y uno debe reincorporarse a su actividad laboral. Pero en estos tiempos en los que muchas personas están en paro y tener un puesto de trabajo decente y continuado es casi un lujo por el que muchos -según los últimos datos, cerca de cuatro millones de personas en España- suspiran, ¿no creen que es un poco ridículo quejarse por tener algo por lo que muchos venderían a su madre? Es casi como si los ciudadanos de un país desarrollado se fueran a uno pobre y dijeran que están cansados de beber agua limpia o de que las calles estén asfaltadas...
Me parece obsceno que personas como Letizia, nuestra princesa de moda -en el más amplio sentido de la palabra-, se queje de sus vacaciones mientras trisca de un lado a otro entre oropel, trajes de modistos ultra-caros y barcos de lujo quejándose de sus «penosas vacaciones». Estaría más mona calladita. A ver si alguien se lo dice alguna vez. Quizá a muchos nos caería mejor.
Me parece obsceno que personas que no dan un palo al agua en todo el año digan a voz en grito a las cámaras que les siguen por doquier que se van de vacaciones... Me parece obsceno porque «vacacionan» todo el año y ese lujo sólo lo tenemos los que de verdad curramos once meses al año. Ellos sólo cambian el pellejo de un sitio a otro.
Me parece obsceno que los que tienen trabajo se quejen porque deben reincorporarse a su labor cotidiana, cuando hay tantas y tantas personas en este país nuestro que ven cómo les rechazan una vez y otra de un puesto de trabajo y crían telarañas en el INEM. Su angustia debe ser tremenda y a muchos parece no importarle.
Creo que no estaría de más que miráramos un poquito más lo que tenemos. Que sepamos apreciar un poquito más lo que nos permite vivir de forma decente: nuestro trabajo, ése que nos proporciona un sueldo. Entiendo que, para muchos, su ocupación puede ser poco gratificante o monótona o fea. Pero pensemos en que muchos no tienen nada y estarían encantados por ocupar nuestro sitio.
Pensemos en ello aunque sea sólo una vez y no nos quejemos tanto.
Y, por ahora, nada más.